
Pensar sobre la máquina
February 9, 2023
|Hace ya algunas décadas que vivimos la época del optimismo tecnológico y, aunque muchos parecen ya ver los problemas que plantean algunos desarrollos técnicos, la mayoría sigue entusiasta cualquier innovación que se promueva en los medios generalistas, adoptándola como si se tratase de un billete distinguido hacia el progreso.
Hasta hace poco la administración parecía ir mano a mano con esta idea del desarrollo (I+D), era ella la que impulsaba y adoptaba las innovaciones en su beneficio y animaba a los ciudadanos a adoptar estos nuevos dispositivos que sirvieran para facilitar su tarea de control y fomento del consumo. Vivimos una época de ruptura con esta idea. Por un lado, han aparecido innovaciones que eliminan la necesidad de intermediarios para multitud de tareas fundamentales -la transmisión de cultura, de conocimiento, de valor económico, de entretenimiento,… -, y por otro, la sociedad percibe que la tecnología, al llegar a escenarios antes sólo contemplados en la ciencia ficción, choca con valores que parecían inmutables.
Si el Estado es en la mayoría de sus funciones un intermediario, cualquier novedad que sirva para usurpar ese rol puede no ser vista por él con buenos ojos. La tecnología deja de ser una herramienta neutra que puede usarse para el beneficio de quien la empuñe; cada avance técnico tiene en sí mismo una ideología, es fruto de una manera de entender el mundo y de una apuesta por avanzar en esa dirección: Ya no es bueno estar a la última, ya no es bueno probar cosas nuevas, ahora hay que andarse con cuidado. La época del optimismo tecnológico se acaba.
Esta percepción se está trasladando a la sociedad, que ve cómo la administración y medios económicos tradicionales se quedan, por un lado, atrasados en la implementación de novedades que ellos adoptan -medios en streaming, criptomonedas, contratos inteligentes, economía colaborativa,… -, y por otro, se adelanta entusiasta a adoptar otras que la sociedad apenas está empezando a conocer – inteligencia artificial aplicada análisis de datos, seguridad, hacienda, vacunas de ARN, manipulación genética, etc-.
Es en esta separación donde la administración, los poderes económicos, religiosos y muchas personas en la sociedad se están haciendo la siguiente pregunta : ¿cómo y quién define la dirección en la que avanzará la técnica? y lo que es más importante ¿a quién será útil y para qué?
Es en este contexto donde ha aparecido la última novedad tecnológica popular, la inteligencia artificial (IA) , o lo que parece lo mismo: el procesamiento de datos para el aprendizaje de la máquina y la ejecución de tareas complejas. Una herramienta usada ya en el mundo científico, grandes empresas y la administración desde hace años, que se abre por primera vez al público en general. La irrupción social de estas herramientas parecen abrir una época equivalente a una revolución industrial; este riesgo hace que las primeras IAs aparezcan poco a poco y principalmente lanzadas por start-ups. Tras el boom mediático provocado, los grandes grupos se lanzan ahora a presentar sus proyectos, recelosos. ¿Quién controla este avance, y para qué puede servir? Volvemos a la pregunta que Estados y empresas quieren responder antes de seguir abriendo la tecnología a la sociedad.
Esta pregunta, que pueden ellos repetirse por ser entidades con estructura vertical, es de vital importancia que se produzca de manera horizontal, en sociedad. Ante los cambios tan grandes que se están produciendo -ante tecnologías que aparecen cuya implicación trasciende la función de empresas y Estados- que no haya estructuras, mecanismos de circulación y confrontación de ideas en sociedad es un peligro para todos. Es decir, que la sociedad no esté articulada más allá del papel que juega la administración -controlada por un grupo reducido- es garantía de que el desarrollo técnico no se producirá en beneficio de la mayoría sino en beneficio de unos pocos que controlan los medios de investigación.
Por ello, en lugar de preocuparnos tanto por desarrollar la inteligencia artificial, deberíamos antes desarrollar la inteligencia colectiva. Usar la técnica, que tanto avanza en tantos campos, para permitir que nadie se quede atrás en el acceso al conocimiento, fomentar el debate ético activo sobre cada innovación, y establecer mecanismos de generación de opinión pública y presión a los grandes grupos de poder responsables de la toma de decisiones. El desarrollo técnico lo permite HOY, sólo hace falta voluntad y por ello trabajamos en esta asociación (Watch Out, Freedom!) y en los proyectos que impulsamos.
Los avances que vienen son de tal magnitud que nadie va a quedar ajeno, la época del ‘no te metas en política’ ya ha pasado, la política no es el Estado, los partidos, los lobbys o cualquier estructura de poder. La política es la interacción en sociedad, en esta nueva época la política deberá hacerse en redes conectadas más allá del entretenimiento. Tenemos que dar ese salto, estar al día y ayudar a otros a estarlo, si no queremos ser millones de piragüistas naufragados en un torrente de innovación.
Bibliografía
- Ejemplo libro, Autor, Espasa 2009